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Lenin

Cuando Vladimir Lenin falleció en 1921, la Unión Soviética lloró su muerte. Iósif Stalin, en su nuevo papel como Secretario del Partido, alentó el culto a Lenin. Embalsamado y expuesto en la Plaza Roja de Moscú, donde su cuerpo aún permanece, Lenin apareció con gran regularidad en el arte y la propaganda oficiales hasta 1991. Vladimir Ilych Ulyanov nació en 1870, y se radicalizó cuando su hermano fue ejecutado en 1887 acusado de conspirar para asesinar al zar. Empezó a usar el pseudónimo de Lenin tras publicar su primer libro en 1900, y llegó a ser una figura central, aunque controvertida, en el nuevo Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia. [Continúa en la parte inferior de la página]

En 1902, se publicó el panfleto político de Lenin ¿Qué hacer? Preguntas cruciales de nuestro movimiento. En él, argumentaba que debido a que la represiva autocracia de Rusia había prohibido la organización política y obrera, un partido obrero era una invitación a la infiltración policial y a ser arrestados. Reflexionaba que lo mejor sería si los radicales crearan una vanguardia profesional y disciplinada que dirigiera a las masas cuando llegara el momento de la revolución. Esta posición dividió al partido en 1903, cuando Lenin declaró que sus seguidores eran “la mayoría”, es decir, los bolcheviques. Los defensores de un partido obrero que siguiera un modelo europeo se convirtieron en “la minoría”, es decir, los mencheviques. Usando su afilada pluma contra cualquier persona, de una facción u otra, que estuviera en desacuerdo con él, Lenin continuó su exilio en Europa entre los años 1900 y 1917 y, a diferencia de sus camaradas, los cuales eran hostigados por la policía y muchas veces enviados al exilio en Siberia, Lenin vivió una vida convencional fuera de Rusia que, claramente, contrastaba con su severo radicalismo político.

La Primera Guerra Mundial cambió todo. En agosto de 1914, cada uno de los partidos socialistas de Europa incumplió sus principios internacionalistas y apoyaron la participación de sus países en la Primera Guerra Mundial. Enérgicamente opuesto a la guerra, Lenin quedó varado en Suiza, separado del Imperio Ruso por los países de Alemania y Austria. Cuando en marzo de 1917 recibió la noticia de la Revolución de Febrero, Lenin estaba tan ansioso por irse a Petrogrado que aceptó la ayuda de las autoridades alemanas que, siendo conocedoras de sus ideas en contra de la guerra, esperaban que persuadiera a los rusos para que dejaran de luchar, y organizaron el viaje de Lenin a Rusia, arreglo que hizo que sobre Lenin cayera la sospecha, infundada, de que era un agente alemán. Cuando llegó a Petrogrado, Lenin presentó abiertamente sus ideas radicales, poco populares incluso entre sus seguidores. Denunciando que el gobierno provisional de Rusia estaba formado por liberales y moderados, abogaba por dar el poder a los concilios populares -los soviets- que representaban a obreros y soldados. Los eslóganes de Lenin ofreciendo “Paz. Tierra. Pan” a una población agotada por la guerra atrajeron a las masas. El número de afiliados al partido bolchevique creció a cientos de miles. Aunque su presencia -y fanatismo- resultaron decisivos en el desarrollo de los acontecimientos, tuvo que superar el escepticismo dentro de su círculo más cercano incluso hasta el mismo inicio de la Revolución Bolchevique el 7 de noviembre (el 25 de octubre del calendario juliano).

Establecido durante la Revolución de Octubre, el Sovnarkom (Consejo de Comisarios del Pueblo) estaba liderado por Lenin, cuyas ideas resultaron ser decisivas. Habiéndose comprometido a finalizar la guerra y no teniendo un ejército preparado para seguir luchando, los bolcheviques buscaron negociar con Alemania. En marzo de 1918, Lenin exigió que el Sovnarkom aceptase los duros términos del tratado de paz propuesto por Alemania porque creía que habría una inminente revolución en Alemania que haría irrelevantes las concesiones hechas por Rusia. Lenin respondió a los numerosos reveses -incluido un intento de asesinato- con la puesta en marcha de una política de terror contra todos aquellos considerados hostiles al estado revolucionario.

A finales de 1921, la Rusia soviética se había protegido y afianzado en gran medida contra sus enemigos, pero seguía estando en crisis. La hambruna se asomaba en el horizonte, una rebelión de campesinos se propagaba por el sur de Moscú, y los incondicionales simpatizantes de antes denunciaban el creciente autoritarismo del Partido Comunista y la burocracia del estado. Como respuesta, Lenin combinó una fuerte represión con ciertas concesiones para así emplear el poder del capital y del libre mercado para poder reconstruir fábricas y granjas en ruinas. Lenin consideraba la Nueva Política Económica (NEP por sus siglas en ruso) sólo como una pausa larga, más que un paso atrás, en el avance hacia el comunismo. Sovnarkom autorizó la existencia de empresas privadas y beneficios, mientras que él controlaba la banca, el comercio internacional, el transporte, la energía y la industria pesada. La Nueva Política Económica tuvo éxito en resucitar la maltrecha economía rusa. En mayo de 1922, Lenin sufrió una apoplejía que le dejó incapacitado. Para diciembre de ese año, se había recuperado lo suficiente como para dictar su “testamento”, una evaluación de los puntos fuertes y débiles de sus camaradas en el liderazgo soviético. Su testamento tenía la intención de motivar la cooperación entre los líderes más que una lucha feroz por el poder individual. Provocado por la respuesta de Stalin, Lenin rápidamente dictó un anexo en el que sugería el cese de Stalin como el líder principal del Partido Comunista, un destino que Stalin esquivó astutamente mediante una serie de maniobras tácticas y haciendo una llamada a la lealtad a todos aquellos favorecidos por su patrocinio. Esto puso a Stalin en el camino hacia el dominio político del país antes incluso de la muerte de Lenin en enero de 1924.

Lecturas recomendadas

Seventeen Moments of Soviet History, "The Death of Lenin," http://soviethistory.msu.edu/1924-2/death-of-lenin/

Service, Robert. Lenin: A Biography (Macmillan, 2000).

Tumarkin, Nina. Lenin Lives! The Lenin Cult in Soviet Russia (Harvard University Press, 1983/1997).

Volkogonov, Dmitri. Lenin: A New Biography (Free Press, 1994).